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Fotografía a platos de comida

Las claves del movimiento 'foodie'

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Todo aquel que utilice alguna red social ha sufrido en alguna ocasión los ‘estragos’ de ver una fotografía de comida: es imposible que a uno no le entre hambre al instante. Es el fenómeno conocido como #foodporn, y no…no estamos hablando de ninguna filia extraña, ya que la rutina de mostrar imágenes sugerentes de cualquier tipo de comida en internet pasó hace tiempo de ser algo puntual a convertirse en un verdadero boom.

Los que practican el food porn buscan continuamente con sus imágenes provocar un deseo de satisfacer nuestra gula -que no nuestra lujuria- mediante fotografías muy visuales. Debido a la naturaleza de esta práctica, redes sociales como Instagram o Snapchat son las que más se nutren de este tipo de imágenes, pero también podemos disfrutarlas -o sufrirlas- en Facebook o Twitter.

El origen

Pese a que el término nos parezca relativamente reciente, la palabra foodporn fue utilizada por primera vez en la historia en 1984 por la escritora feminista Rosalind Coward en su libro Female Desire (Deseo Femenino). En él, Coward aseguraba que la manera de cocinar y presentar los alimentos “podía ser una expresión de afecto, pero también un acto de servidumbre”, ya que su preparación visual deja atrás todo el proceso de preparación de una comida reduciéndolo a un único fin: comer.

Sin embargo, la palabra no ganó realmente popularidad hasta la explosión de las redes sociales, donde rápidamente comenzamos a comprobar cómo este tipo de imágenes se popularizaban y conseguían likes de forma rápida y sencilla. Los conocidos como foodies, repartidos a lo largo y ancho del planeta, empezaron a enseñarnos platos realmente apetitosos (aunque a veces no tan sanos): cuentas como @thefeedfeed, @foodrepublic o @tragaldabaspro son algunos de los ases a seguir.

¿Ayudan…o engordan?

Ensaladas rápidas y sanas, fruta deliciosamente presentada, platos de pescado que entran por los ojos…pero también hamburguesas chorreantes de queso, bizcochos coronados con nata y chocolate o pancakes rebosantes de caramelo. Las posibilidades son tan amplias como alimentos y combinaciones existen en todas las cocinas del planeta, y del usuario depende qué quiere seguir antes de consumir food porn.

Es por ello que ciertas cuentas del mundo foodie dedican sus esfuerzos a intentar inculcar un poco de educación nutricional a sus seguidores. Uno de los ejemplos más destacados en nuestro país es @carlosriosq, cuya cruzada contra los alimentos procesados y su defensa de los naturales son ya un clásico entre los foodies españoles.

Una publicación compartida de Carlos Ríos (@carlosriosq) el

En especial, Carlos hace hincapié en lo desprotegidos que están los menores de edad tanto en la publicidad online como en televisión y en los propios supermercados. ¿Alguna vez te has parado a pensar por qué los alimentos con más azúcar están colocados en los estantes más bajos del supermercado?

No todo es real

Sabemos que es algo repetido infinidad de veces, pero nos vemos obligados a volver a decirlo: no todo lo que vemos en internet es real…y aún menos en el mundo de las redes sociales y la publicidad. Un artículo del The New York Times publicado en el año 2015 afirmaba que la mayor parte del éxito de sus publicaciones culinarias eran atribuidas al cuidado de sus imágenes.

Andrew Scrivani, el fotógrafo del periódico neoyorquino, era el principal culpable de que la iluminación y el encuadre de las imágenes pudieran convertir un simple plato de comida en algo que nos hiciera salivar al primer vistazo. Y si ese es el ejemplo bueno, el ‘malo’ nos lo enseñó McDonald’s en 2012 con un vídeo en el que se mostraba al mundo el proceso por el que pasaban las hamburguesas antes de ser mostradas al mundo durante una campaña publicitaria.

Y tú, ¿eres más de ensaladas con aguacate o de pizzas con el borde a rebosar de queso? Sea como sea, el food porn ha llegado para quedarse y en nosotros recae la responsabilidad de distinguir entre simples imágenes llamativas o educación nutricional. Eso sí…¡una vez al año, no hace daño!

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